Y vi la virginidad del pueblo
en sus gentes sencillas
transparente y pura
a la luz del alba.
Y vi, el recorrido de doce,
doce horas largas
del disco rojo en el Celeste
y la vergüenza que ocultaba.
Y vi, con el poniente
al gris que luchaba
con la violación de la noche
a la virgen luz
del alba clara.
Y por ver, vi,
como la virginidad lloraba
y con triste desesperación
sus manos rasgaba
al entrar en la Urbe
sin vergüenza,
a oscuras
y sin Nada.
lunes, 10 de mayo de 2010
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