miércoles, 28 de septiembre de 2016

CONFIDENCIAS CON MI AMIGO PENEQUE




Amigo Peneque, te haré una confidencia y quiero que se quede en eso, en una confidencia. Hace unos días estuve reunido con Juan, nuestro amigo y cómplice en todo lo que te cuento y relato y aunque no te lo creas, estuvimos hablando de ti. Si, si, de ti. Pero no seas mal pensado. No, no lo seas. Comentamos tus ánimos por el saber. Tus pillerías. Lo retozón que eres. Tus glotonerías y también de lo aplicado que eres en la recepción de lo que te contamos. Ya verás… como eres tan curioso y siempre nos estás diciendo que necesitas saber más sobre cosas y hechos que ocurrieron en los distintos lugares de nuestro entorno, nos dijimos… ¿por qué no le  hablamos de D. Andrés Sánchez de Alva, personaje singular de Lebrija, pueblo que le debe mucho, y quizás más el nuevo pueblo de El Cuervo, hasta hace poco pedanía dependiente de  Lebrija y así le metemos el veneno en el cuerpo y que nos pregunte lo que quiera sobre el particular? Te preguntarás… ¿por qué D. Andrés Sánchez de Alva y no otro? ¿Por qué el Cuervo? Y quizás otros por qué, ¿no? A las preguntas que te haces, entre otras respuestas, está la de la humanidad del personaje y el embrión y consolidación de un Pueblo y eso es lo que hemos acordado. Ten por seguro que te daremos pelos y señales de cuanto aconteció por la campiña de Lebrija y El Cuervo para que al mismo tiempo que te lo contamos, para que sepas y mates tu curiosidad, te puedas pavonear con tus amigos. Eso sí, las confidencias, son las confidencias y espero que no se te escape lo que te estoy diciendo a Juan. Te haces el nuevo, como si no supieras nada.

Que sepas Peneque, que nada más terminar esta reunión, nos hemos puesto manos a la obra, Juan por un lado y yo por otro. Juan anda escudriñando por entre archivos de papeles para darnos la máxima información y yo, por entre archivos de personas para completar con certeza humana lo que me digan las sabidurías y los sentimientos de los lugareños. Te advierto Peneque que hasta no tengamos completo los distintos relatos que pensamos contarte, no lo haremos ya que no queremos dejarte a medias en tus conocimientos.

También te digo que el otro día me fui a la población del El Cuervo para tratar de hablar con algún representante del Pueblo para invitarle a la presentación del libro Guadalcacín y Caulina en Relatos, que hemos editado. Llegué al Excmo. Ayuntamiento y en información, pregunté por la Sra. Concejal de Cultura, indicándome la funcionaria donde estaba su despacho, encontrándome que en ese momento no estaba. Haciéndome un poco el remolón por el lugar, al cabo de poco tiempo, pasó por allí un señor que me saludó efusivamente, al que pregunté si sabía si estaba el Sr. Alcalde. Nos identificamos y le dije a lo que iba y lo que pretendía. Me acompañó hasta el despacho del mismo, encontrándonos que tampoco estaba. Era cerca de la una de la tarde y estaban en sus quehaceres ciudadanos. Como se dice en el argot de venta, llamé a puerta fría, sin previo aviso y… ¡claro!... demasiado conseguí. Peneque, tú sabes que para estas cosas soy extremadamente prudente en mi comportamiento, pero te tengo que decir que Juan Suárez, que es como se llama, se mostró afable, amable y cariñoso en el trato, por lo que me dio la confianza para abrirme de pleno e invitarle al acto que teníamos en Guadalcacín.

Seguidamente quedamos que a la mañana del día después, me fuera para allá sobre las nueve de la mañana para presentarme al Sr. Alcalde y le expusiera el proyecto sobre D. Andrés Sánchez de Alva y  El Cuervo. Así lo hice. A la hora prevista, con Juan Suárez, llegué al despacho del Sr. Alcalde y hablamos de todo lo que yo pretendía con una sinceridad que muchos las quisieran para ellos. Es verdad que no conseguí lo que quería, pero me iba satisfecho por el trato exquisito recibido. De todas las maneras, quedé con el Sr. Alcalde que, pasado un tiempo más que prudente, volvería a insistirle sobre el particular.

Volví al despacho de Juan Suárez para informarle del resultado de la entrevista, con la negativa a cuesta, pero con el convencimiento de que la  llamada a la puerta de ese consistorio tendría respuesta de compromiso por parte de Juan Suárez, ya que el día anterior, al explicarle parte del proyecto, le noté interés y entusiasmo por el mismo, y así ocurrió. Es más, en la larga conversación que mantuvimos Juan Suárez y yo, me refirió y contó la anécdota de “Andrés El Tonto”, que ya en su día te la contaré, Peneque, para que también la sepas.

¡En fin, Peneque! estoy satisfecho de las gestiones y así se lo hecho saber a nuestro amigo Juan, que también se ha alegrado de los resultados. ¡Ah!... pero me ha dicho que me abstuviera de decirte o adelantarte algo, ya que después lo dices y no puede ser. Le he dicho a Juan que bueno, bueno, tampoco es para tanto porque él sabe que eres discreto y sabes guardar la compostura.

Peneque, estos días estamos de fiesta en fiesta y ocupados en los menesteres de las mismas. Que si fin de año, que si reyes, que si esto, que si lo otro y por lo tanto se presta todo el interés en estar con las familias y los amigos en la diversión y en los buenos deseos para el año que acaba de empezar, como es el caso nuestro, pero… ¡a propósito!  aparte del tiempo que llevamos juntos contándote todas estas cosas, que no es poco, ¿cómo las llevas?

Ya sé. Ya sé.

Tranquilo. Sin privarte de nada y dándole riendas sueltas a la gula.

Pero… ¿no estamos en fiesta?

Pues eso. A divertirnos.

Vale, Peneque, te dejo por ahora, pero que sepas, pasadas las fiestas, volveré para relatarte hechos de los que te sorprenderán sobremanera.

Y es el caso que te sorprenda porque de nuevo he estado en El Cuervo, esta vez acompañado por Juan, nuestro amigo, para hablar con Juan Suárez y confirmar el proyecto. Lo hemos hecho. Hemos visto los distintos escenarios por donde se desarrolla toda la trama, todos extraordinarios. Casas de la época de los hechos. Lugares rehabilitados y en uso para nuevas escenas y comportamiento acordes con los tiempos. ¡En fin!, que también los sorprendidos hemos sido nosotros y por ello, te tenemos que comunicar que en esta ocasión no te podremos contar lo que teníamos en proyecto ya que en tu lugar estarán como protagonistas de contador y escuchante de las historias unos amigos nuestros, el Abuelo y su Nieto, que tu no conoces. No te preocupes, te lo presentaremos en su día. De modo que así te dejamos rumiando un poco más todo lo de Guadalcacín y Caulina en Relatos, para muy pronto contarte Los Grandes Relatos de las Colonizaciones de Andalucía. Peneque, mil perdones por las nuevas decisiones sobre Don Andrés Sánchez de Alva y El Cuervo y mil felicitaciones por tu papel en Los Grandes Relato de la Colonizaciones de Andalucía. Pronto estaremos más pendiente de ti Juan y yo, aunque de vez en cuando, te informaremos de los nuevos acontecimientos. Confidencia por confidencia. Hasta pronto Peneque.

¡Ah! Peneque, como comprenderás y, sucedido lo sucedido, entenderás, estas confidencias dejarán de serlas. Todo lo que te he contado, se lo diré a nuestro amigo Juan para que esté al tanto de todas nuestras conversaciones ¿vale?

¡Ea!, le mando un correo al instante para su conocimiento.

Ahora sí, sigue entretenido con Guadalcacín y Caulina en Relatos, que pronto estaremos en la faena que te he dicho.

Peneque, este es el correo que le mando a nuestro amigo Juan:

Amigo Juan, te adjunto confidencias hechas a Peneque.

Léelo hasta el final.

¿Te parece bien?

Te aseguro que no ha puesto ninguna pega ¿y sabes por qué? porque es muy cuco y está más por lo de las colonizaciones pura y dura. No,  si saber, sabe, incluso más que nosotros y cuando le he dicho lo de Los Grandes Relatos de..., se ha alegrado un montón, así que todos contentos. Espero que el Abuelo y su Nieto se comporten decentemente. Espero que sí y que aquí se cumpla el refrán aquel que dice: "Más sabe el diablo por viejo que por diablo" y dé juego a las historias, unas inventadas, otras reales para homenajear a D. Andrés Sánchez de Alva y Sánchez de Alva y que por fin El Cuervo tenga su historia

Un abrazo,


simón

jueves, 25 de agosto de 2016

PARA TRES DÍAS QUE VIVIMOS...


Tres es el número que decimos la mayoría de los humanos de esta cultura hispana cuando nos referimos a lo que es o dura la vida. Tres días, decimos, es lo que es la vida y la argumentamos o justificamos en la teoría explicativa de cada uno de ellos. Los tres días son el ayer, el hoy y el mañana, para luego decir que no es verdad esa afirmación ya que el ayer ya no existe y por lo tanto no lo podemos vivir de nuevo; el mañana, no ha llegado y además, nunca llega porque siempre decimos mañana y tampoco lo llegamos a vivir, con lo que tenemos descartados dos días de esa vida, y solamente nos queda un día, que es el hoy, que tampoco es verdad porque de ese día, tan solo vivimos el instante presente en el que estamos, segundos antes o segundos después del instante, o ha pasado, o no ha llegado. Conclusión: lo de que la vida son tres días es una farsa para contentarnos y justificar el instante ese de vida contando nuestras historias pasadas, con la ilusión de que ese instante se repita en el futuro que se ilusiona y así justificar el invento del tiempo.

Acabáis de leer el párrafo anterior y pensareis: vaya royo que nos ha largado; o ¡vaya! con qué ganas ha empezado a filosofar en el comienzo del artículo, ¿será todo así? Pues vamos a ello.

¿A cuento de qué viene todo esto? Viene a cuento de que el día tres, tres, de este mismo mes, ese instante de vida de Paco, mi amigo, se terminó para siempre. Lo mismo que su tiempo. Ese instante se convirtió, para él, en siempre y nunca. Para los que les queríamos, en nunca y siempre mientras que continuemos disfrutando del instante ese de vida de contar nuestras historias pasadas, o de ese instante repetitivo en el fututo del tiempo, tiempo que inventamos para disfrutar de ese instante.

El instante mi Amigo Paco, fue prolongado y silencioso, por lo menos, en los últimos tiempos de ese instante presente y prolongado.

Contaré y justificaré ese instante de historia pasada en la reciente vida de mi Amigo Paco de la que formé parte de algunos de esos instantes silenciosos. Diré que, aunque físicamente no hablaba, comunicaba su vivencia con resignación absoluta; manifestaba sus emociones con algunas que otras lágrimas y también con más que algunas sonrisas. Atento a todo lo que sucedía a su alrededor, llamaba la atención su total serenidad. Su cautiverio no fue esa habitación de dos camas en planta baja con crucifijo grandes y Cristo crucificado donde estaba en instante prolongado en una de esas camas, ni mucho menos. Su cautiverio fue su propio cuerpo que lo apresó en los últimos de esos instantes sin que se pudiera liberal de él por mucho empeño que pusiera en ello. Su cautiverio fue una condena por el delito de padecer Ataxia, una de esas enfermedades raras, que se sabe que existe, pero que por intereses económicos, los responsables, no ponen los medios necesarios para aliviarla o para que desaparezca. Y a esas enfermedades que no interesan, se les llaman Raras. Lo raro es algo desconocido y que no interesa y a lo que se le da de lado.

En este instante voy a recordar otros instantes pasados que disfruté con mi Amigo Paco. Ya sé que son instantes pasados, como este mismo lo será nada más que mencionarlo, pero también los instantes se hacen presentes con los recuerdos y se viven, así que los viviré contigo, amigo Paco,  incluso me atreveré a hablarte un rato para contarnos nuestras cosas y hacerlas instantes presente, incluso aquellas que son pasado y que nunca más viviremos.
Todo es monólogo y tú lo sabes, pero bueno, vamos a hacerlo bonito. Yo soy muy charlatán. Cuando te canses, me cierras los ojos y corto, ¿vale?.

(Cerrar los ojos mi amigo Paco a una pregunta, era responder con un sí)

Paco, hoy es jueves ¿sabes?

¿Te sitúas?

Hoy es jueves  y como otros días, nos vamos a ir a dar un paseo. En esta ocasión, será en la Plaza, porque hoy hace mucha calor y tenemos que buscar sombra y ahí, en la Plaza, hay gran arboleda y sombras para resguardarnos del sol.

Ea, pues vámonos.

A ver, antes de salir, vamos a comprobar que llevas tu gorra. Llevas tus gafas de sol. Vas perfumado.

¿Todo bien?.

¡Ea!, salimos.

Paco, en el bolso llevo un libro del que te voy a leer algo, después de dar un paseíto por la Plaza, luego, nos pararemos junto a uno de los bancos de la Plaza, nos sentaremos y echaremos un ratito de lectura.

Mientras caminamos hacia la Plaza, tarareo algunas canciones y entre una y otra, le cuento con quien he hablado de los amigos comunes o a quien o a quienes he visto. Paco no habla, no se mueve. Va en su carrito. De vez en cuando, paro, lo miro y le pregunto si va bien, a lo que me responde cerrando sus ojos. Oye y escucha. Su entendimiento es perfecto. Se emociona. Ríe y llora. Habla con su mirada noble. Su cuerpo es preso de esa enfermedad rara llamada Ataxia. Maldita. Mil veces maldita.

Ea, Sabo, ya hemos llegado. (así lo llamamos, también, sus amigos de la infancia)

Bueno, Sabo, nosotros le vamos a dar unas cuantas de vueltecitas a la Plaza y cuando nos cansemos, nos sentamos. ¿vale?

Sabo, estoy pensando que hoy no voy a ser yo quien lea. No. Y mira que tenía un texto preparado para leerte, porque tú sabes que la mayoría de las veces lo cojo al azar, pero hoy se me han cruzados los cables y lo vamos a hacer diferente. Hoy te toca leer a ti. Seguro que te gusta más que escuchar al "pesao" del Simón. 

Bueno.

Venga.

Vamos.

Y así, empezamos ese instante presente prolongado para vivirlo paseando por última vez físicamente, para continuar dando vueltas a la Plaza hasta cansarnos, sentarnos en un banco a la sombra de los árboles, leer un capítulo de un libro, pasarte las páginas del mismo a golpe de mirada noble y agradecida, para terminar nuestro paseo en el mismo sitio de todos los día, en aquella habitación de dos camas en planta baja con crucifijo grandes y Cristo crucificado donde estaba en instante prolongado en una de esas camas. 

Nuestro último paseo...

Nos quedaba todavía por vivir juntos nuestro último instante, pero éste ya fue en la ambulancia, en las puertas de esa casa en donde pasaste ese instante presente prolongado del único día que nos quedaba, que era el hoy, que resultó también ser falso porque de aquella afirmación de "la vida son tres días", solamente nos queda uno, que es el hoy, que tampoco es verdad porque de ese día, tan solo vivimos el instante presente en el que estamos, segundos antes o segundos después del instante, o ha pasado, o no ha llegado.  

De todas formas, amigo Paco, amigo Sabo, de ti, me quedo con el instante presente prolongado de reuniones y senderos de sierras, bien por los Llanos Republícanos, bien por los de Grazalema, o bien por el del río Majaceite u otros que recorrimos juntos con otros amigos.

Tres es el número que decimos la mayoría de los humanos de esta cultura hispana cuando nos referimos a lo que es o dura la vida. Para tres días que vivimos...

Amigo Sabo, tu último instante, ya pasado, fue el de un día tres del tiempo inventado.


Simón Candón 25/08/2016

miércoles, 8 de junio de 2016

VIDA. ALMA

Se me fueron las ideas
Las palabras se me agotaron
El alma, me ilumina
Y el corazón, me estalla.

Perdido ando
En no se que tramas
Por este mundo podrido
Sin ganas de nada, nada.

¿Cómo salvo esto?
¿Cómo supero las desganas?
¿Cómo alegro mi vida?
¿Cómo suspirar con mi alma?

Me levanto y miro
Miro al horizonte,  al alba
Y al alba le prometo
Superar las desganas

Horizontes claros y azules
Horizontes llenos de esperanzas
Esperanzas que anhelo
Dulces encuentros al alba

Benditos sean
Horizontes claros y azules
Alma llena de ganas
Corazón henchido
Y albas a las esperanzas

Bendita tú, vida
Tú, alma
Tú, alba
Bendita, bendita,
Benditas las ganas

Las ideas, florecen
Las palabras,  tracan
Las esperanzas, rejuvenecen
Ya se en que tramas

Vida, vida, vida
Alma, alma, alma


Simón Candón 14/08/09

miércoles, 24 de febrero de 2016

HOY TE HABLO






Hoy, te hablo, muerte.

Yo, vida, te hablo, muerte.

Yo, vida, siempre contigo  de compañera.

Yo, vida, no te quería

Tu, muerte, me necesitabas

Caminamos día y noche juntas

Yo, vida, sin mirarte.

Tú, muerte, observándome.

Yo, vida, queriendo vivir.

Tú, muerte, queriendo morir.

Condenadas a entendernos

Yo, vida, para vivir.


Tú, muerte, para morir.

jueves, 31 de diciembre de 2015

MI AMIGO PACO



En un parque de esos nuevos creados como parte integrante de las nuevas urbanizaciones de las ciudades y de los pueblos en donde el urbanismo se humaniza un poco más, nos encontramos dos viejos amigos sentados al sol mañanero, para despejar, por unas horas, una habitación cargada de silencios obligados.  

Damos vueltas y vueltas por el perímetro del parque tratando de coger esos rizos de luz que no se atreven a entrar en esa habitación, donde el amigo Paco pasa el mayor tiempo del día con miradas y oídos atentos a cualquier movimiento que se produzca en ella.

La mañana es apacible. El Sol destella. La Naturaleza se pavonea en su esplendor y nos invita a caminar tranquilos. Ni un alma en el Parque. Solo nos acechan los pinos y los bancos vacíos. De vez en cuando, alguien pasa y le pedimos que nos haga una foto para el recuerdo, para continuar solos en medio del Parque. Mi amigo Paco, no habla, pero lo dice todo. Mi amigo Paco, no anda pero camina por todos los sitios. Mi amigo Paco es sensible y se emociona. Mi amigo Paco es agradecido y me da muchas de sus sonrisas. Me meto con él y le digo cantidad de tonterías y como respuesta me da su afabilidad. Veréis, os contaré lo que hacemos antes de llegar al Parque. Antes de salir de su casa, de esa habitación en donde los rayos de oro no se atreven a entrar, le digo: ¡venga amigo Paco, dame ese abrazo de amigo para sentarte en el carro, que nos vamos de paseo!, y me da ese primer abrazo de amigo; Una vez dispuestos para salir, reclama su gorra, sus gafas de sol, su bufanda y sus zapatillas de paño para resguardarse de las "rascas" de los fríos mañaneros; listos ya para salir, cogemos los dos la rampa que está entre la puerta de la casa y la calle y al salir de ella, nos espera una serie de vericuetos entre calles, plazas, avenidas e incluso, carril bici, que por estos lares está de moda, para llegar al Parque y mientras hacemos esos recorridos, le voy canturreando y tarareando canciones de nuestros tiempos para así hacer más ameno los trayectos. Ya en el Parque, los dos, recorremos una y otra vez el mismo camino de ida y vuelta, como los cantes, con el acompañamiento de los pinos y sus sombras, los saltitos de los gorriones y los trinos de jilgueros, y todos al unísono nos complementamos en la soledad. Nuestro universo se calienta al paso de las horas y casi, casi que nos van sobrando las prendas de abrigo que llevamos puestas. Dejamos de andar y nos vamos derecho a uno de esos bancos vacíos para hacerle un poco de compañía. Allí, en el banco, junto a él y sentado, abro mi bolso y cojo uno de los libros que llevo conmigo, en esta ocasión, se trata, de "La gracia de los toreros y de sus acompañantes (anecdotario)" de D. Manuel Barbadillo y le leo a mi amigo Paco, cantidad de anécdotas e historias del mencionado libro para terminar con  aquello de: " Recogemos este pensamiento del Gallo, digno en verdad de recuerdo:

"Amigos con quienes se puede hablar, hay muchos; pero amigos con quienes se puede estar callado, muy pocos".

Terminada la lectura y después de un merecido reposo al sol, nos alejamos poquito a poco del banco y damos la última vuelta con el acompañamiento de los pinos y sus sombras, los saltitos de los gorriones y los trinos de jilgueros, y todos al unísono nos complementamos en la soledad del Parque para volver, de nuevo, por los vericuetos de calles, plazas, avenidas, incluso carril bici, que por estos lares está de moda, para llegar a la rampa y de ahí, a la habitación cargada de obligado silencio, en donde mi amigo Paco me da el abrazo de amigo para postrarlo en la cama y decirle hasta el año que viene (quedan horas para que esto ocurra)

El Parque, también se quedó en el silencio con sus pinos y sus sombras, sus bancos vacíos y de vez en cuando, con alguien que pasará por él y espantará a los gorriones dando saltitos y acallará los trinos de los jilgueros hasta el próximo día, que también será otro año, donde estaremos solos y quizás pase alguien a quien le pidamos que nos haga una foto para el recuerdo.


Simón Candón 31/12/2015

martes, 29 de septiembre de 2015

OLORES PROFUNDOS


Hoy, como muchas mañanas, he salido a andar, por eso "del colesterol", que ya la edad va haciendo sus mellas. Cada mañana me propongo hacer un itinerario completamente distinto para así experimentar nuevas sensaciones, bien urbanos o bien campestres. Los urbanos son más tristes. mucho cemento, mucho asfalto, mucho carril bici, mucho ruido, mucha luz artificial, mucho desconcierto, mucha prisa. Me gustan más los campestres, porque veo las distintas floraciones que muestra la naturaleza, los juncos, las palmas de los palmitos, las albinas, las eneas, los cañaverales, las moreras, las zarzas moras, las chumberas con sus higos chumbos, los juncos, los amaneceres silenciosos rotos por los trinos de los pájaros, la tierra seca arada a vueltas en porciones, la tierra mojada con las lágrimas del cielo, el olor distinto que penetra hasta el fondo de todos los sentidos, que lo palpa, que lo mastica, que lo saborea.

Hoy, como muchas mañanas, he salido a andar. El itinerario de hoy ha sido urbano. El itinerario de hoy, tenía como objetivo, ver, comprobar, recordar y trasladarme al pasado de mis pasos por ese camino, que durante el año lectivo  63-64 del pasado siglo estuve haciendo día a día. Todo es distinto. Todo ha cambiado. Nada es igual. Camino, entonces, de tierras secas o mojadas, según fuera Otoño, o Invierno, o Primavera, con las huellas en las mismas de las pezuñas de las vacas, de los caballos, de las cabras o de las ovejas, llenas o vacías de agua. Camino, entonces, de tierras salteadas de gramas silvestres cubiertas de rocío, de sombras vivas de hojas verdes y alfombras amarillas y pardas de hojas muertas. Camino, entonces, de olores que quedaron para la eternidad en lo más profundo de mis sentidos. Cuando caminaba, entonces, por él, según la estación, o me escondía  entre las sombras de los rayos de la eterna caldera, o corría al refugio de los troncos de los árboles para evitar empaparme del zumo que desprendían las nubes colgadas del cielo, o tan panchamente caminaba sin más protección que la manta celeste del cielo, curioseando en el suelo los papeles desparramados y cogiendo los pliegos usados de papel carbón de copia gastado, que yo utilizaba en mis deberes.

Hoy, como muchas mañanas, he salido a andar y he caminado. He caminado por el de entonces,  que se ha convertido en el de hoy. No he percibido aquel olor de tranquilidad.  Nada de barro. Nada de pisadas de pezuñas de vacas, de caballos, de cabras o de ovejas. Nada de alfombras vivas o muertas. Nada. Nada de olores naturales profundos. He salido de casa, he llegado hasta donde estaba la puerta del colegio y he regresado por el mismo camino, el de hoy, lleno de cemento, de luces artificiales, de carril bici, de asfalto, de ruidos, de desconcierto y de prisas. 12.170 m. a una velocidad media de 6,38 km/h. Tiempo en recorrerlo 1:54:30. Todo, según Endomondo Sports. 1250 kcal. de menos.

Hoy, como muchas mañanas, he salido a andar. Se han cumplidos los objetivos. He visto. He comprobado. He recordado y me he trasladado al pasado. Nada es igual. Todo es distinto.  Y sin embargo, al hacer el recorrido hoy del camino de entonces y llegar hasta la que fue la puerta del colegio de los salesianos de Divina Pastora, se me han venido todas las fragancias de los olores profundos de todos mis sentidos.

Mañana, quizás, haré otro camino, pero, posiblemente sea campestre con olor a tierras mojadas porque aquí, ahora, empieza a llover. 


Simón Candón 29/09/2015

martes, 22 de julio de 2014

EL SUR, EL SUR, EL SUR, SIEMPRE EL SUR.


El Sol abrasa estos días de verano, donde la noche, acompañada de la Luna, tarda más tiempo en tragárselos y así, sofocar ésta,  la ira de sus rayos.

Y andamos escondidos entre las sombras de la naturaleza para que no nos vea. Echamos manos de miles de artilugio para pasar desapercibidos de la fuerza de sus rubios hilos hirientes y tratamos de evitar el hedor flatulento asfixiante que emite la caldera del universo.

Entre las grietas de los peñascos emergen surtidores de vida que caen en cataratas mansas o torrenciales para discurrir serpenteando entre la naturaleza.

Las arenas de distintos colores que bañan los mares y océanos, desafían a las olas furibundas que las arrastran, en esa pelea, al fondo de sus entrañas.

La Luna, se hace grande y se llena de luminosidad en la oscuridad para alumbrar con la calma que le da ser intermediaria y refleja su cara de gozo y orgullo en el cristal de los ríos, de los mares y de los océanos.

Todavía no hemos llegado a alcanzar la mitad del verano y nuestros cuerpos, cual manantiales de aguas saladas, empapan las prendas que nos protegen de la mirada del rescoldo de las ascuas de furia.

Y así, las manillas de los tiempos marcan el gatear entre los días y las noches de verano en donde la luz del Sol se alarga  y la luminosidad de la Luna la prolonga en sus noches de bohemias, que son todas.

El Sur, el Sur, el Sur,  siempre el Sur. Luminoso y juguetón. Abierto y trasparente. Mezcla de culturas y tolerante. Amigo de todos y enemigo de nadie. El Sur, el Sur, el Sur, siempre el Sur.

En el Sur, el flamenco en todos sus palos, el cante jondo dio un grito, lloró la petenera, la bulería fue por fiesta, el “quejío” rompió las fronteras y se hizo universal.

El fino, la manzanilla, el oloroso, el palo cortao, el medio bocao o el bocaito o la tintilla,  todos del Sur entre tierras albarizas con olores añejos, vientos de levante y mareas de aguas saladas del Sur, en estos días de verano donde el Sol abrasa, la Luna se hace grande y se llena de luminosidad en la oscuridad, nuestros cuerpos empapan las prendas que nos protegen, aquí, en el Sur, mezcla de culturas, amigos de todos, enemigos de nadie, el “quejío” rompió las fronteras y se hizo universal.

El Sur, el Sur, el Sur, siempre el Sur, universal y eterno.


Simón Candón 22/07/2014