AGRADECIMIENTO:
En nombre de mis hermanos y en el mío propio, queremos dar las gracias en el acompañamiento que nos hacéis en esta hora de despedida de nuestro Padre.
Nosotros lo recordamos y lo recordaremos siempre como una persona buena que ha pasado por esta vida sin querer hacer mal a nadie, sino todo lo contrario.
Buena gente.
Y es lo que nos enseñó a nosotros.
Fue un buen padre y un buen marido.
Fue un gran hombre porque tuvo a su lado una gran mujer.
Nosotros, la suerte de tenerlos a ellos.
Atrás quedaron los días de penurias en barracones fríos de chupones y barro.
Atrás quedaron los días de colonizador de Pueblo Nuevo por hacer, junto con otros hombres y mujeres forjados en esfuerzos y privaciones.
Atrás quedaron los días de comuna.
De tutela.
De renta.
Y de propiedad.
Atrás quedaron los días de opresiones y vejaciones.
Atrás quedaron los días de engaños en los aforos de las cosechas.
Atrás quedaron los días de caprichos de peritos, guardas y mayorales.
Atrás quedaron los días de mentiras.
Atrás quedaron.
Y también quedaron atrás los días de tratos.
De escopetas.
De perros podencos.
De cotos.
De caballos.
De ferias.
Y de cantes.
Fuiste uno de los primeros en llegar entonces.
Y ahora, uno de los últimos en irte.
Pero te quedas.
Te quedas en nuestros corazones.
Te quedas con esa mirada de ojos azules y esa sonrisa que invadía toda tu persona.
Te quedas, porque somos sangre de tu sangre.
Eras un enamorado de la vida y siempre decías que la vida es muy bonita y que merece la pena vivirla sin malos gestos, con amor y con dulzura.
Pues por esto y por otras muchas cosas más ha tenido sentido tu vida.
Tu mujer, LA MAMI, te recibirá, allá, con el amor que te profesó aquí, y estaréis juntos en el abrazo del amor eterno para siempre.
Y por esto y por otras cosas más, gracias, Padre.
Simón Candón Sánchez
jueves, 17 de diciembre de 2009
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