jueves, 17 de diciembre de 2009

AGRADECIMIENTO:

En nombre de mis hermanos y en el mío propio, queremos dar las gracias en el acompañamiento que nos hacéis en esta hora de despedida de nuestro Padre.

Nosotros lo recordamos y lo recordaremos siempre como una persona buena que ha pasado por esta vida sin querer hacer mal a nadie, sino todo lo contrario.

Buena gente.

Y es lo que nos enseñó a nosotros.

Fue un buen padre y un buen marido.

Fue un gran hombre porque tuvo a su lado una gran mujer.

Nosotros, la suerte de tenerlos a ellos.

Atrás quedaron los días de penurias en barracones fríos de chupones y barro.

Atrás quedaron los días de colonizador de Pueblo Nuevo por hacer, junto con otros hombres y mujeres forjados en esfuerzos y privaciones.

Atrás quedaron los días de comuna.
De tutela.
De renta.
Y de propiedad.

Atrás quedaron los días de opresiones y vejaciones.

Atrás quedaron los días de engaños en los aforos de las cosechas.

Atrás quedaron los días de caprichos de peritos, guardas y mayorales.

Atrás quedaron los días de mentiras.

Atrás quedaron.

Y también quedaron atrás los días de tratos.
De escopetas.
De perros podencos.
De cotos.
De caballos.
De ferias.
Y de cantes.

Fuiste uno de los primeros en llegar entonces.

Y ahora, uno de los últimos en irte.

Pero te quedas.

Te quedas en nuestros corazones.

Te quedas con esa mirada de ojos azules y esa sonrisa que invadía toda tu persona.

Te quedas, porque somos sangre de tu sangre.

Eras un enamorado de la vida y siempre decías que la vida es muy bonita y que merece la pena vivirla sin malos gestos, con amor y con dulzura.

Pues por esto y por otras muchas cosas más ha tenido sentido tu vida.

Tu mujer, LA MAMI, te recibirá, allá, con el amor que te profesó aquí, y estaréis juntos en el abrazo del amor eterno para siempre.

Y por esto y por otras cosas más, gracias, Padre.

Simón Candón Sánchez

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