jueves, 16 de junio de 2011

ENTRE FOTOGRAFÍAS ANTIGUAS, UNA EN CONCRETO.





No debemos vivir de los recuerdo, sin embargo, no debemos olvidar el pasado para que sepamos vivir lo mejor posible el presente y el futuro cometiendo los menos errores posibles.

Viene a cuento esta reflexión al ver de entre fotografía antiguas una en concreto donde se refleja la situación de una época que empezaba a vislumbrarse otros aires después de una posguerra llena de miserias y necesidades trasmitidas a las generaciones posteriores. Y así ocurre la que me tocó vivir como a muchos otros tantos, donde calzones heredados y remendados, era un lujo ponérselos, eso sí, bien lavados con jabón verde lagarto y almidonados, más tiesos que un arenque, y presumías con aquellos pantalones de tirantes y peto con dos remiendos en el culo, o en las rodillas, cuando eran largos, y una camisa limpia blanca de manga larga abrochada a los puños en los domingos y fiestas de guardar. Niños nacidos y criando en plena naturaleza en barracones de adobes con sus ventanas tapadas con sacos de yutes, como en más de una ocasión he comentado, y suelos de barros, igual que sus calles, también de barros, donde lo mismo corrían las aguas sucias utilizadas para los aseos personales y fregaderas, como jugábamos todos sin que pasara nada, revolcándonos y cayéndonos unos encima de los otros, mientras que los mayores, para calentar el agua buscaban leña o boñigas secas para atizar el fuego de las hogueras.

La foto en cuestión dice mucho de entonces, y es verdad eso que se dice que una imagen vale más que mil palabras. Silencio sepulcral. Ese día tocaba misa de primera comunión. Ese día era un día grande para todos los niños, tanto los que la recibían como los que acompañaban. Era día de fiesta que una vez terminada la celebración de la misa y cumplida la función, había el banquete de rigor: una taza o vaso de chocolate y un bollito de leche que alcanzaba el que había recibido la primera comunión como todo aquel que se “colaba” entre ellos y en un descuido atrincaba parte del banquete.

Y continuando con la misma foto, muchos que la vean, los recordarán, de rodillas y en primer plano, los dos primeros maestros que vinieron a Guadalcacín, mejor dicho a los barracones, donde en uno de ellos, dividido a la mitad impartían clases a los niños y a las niñas por separados, por eso lo del “maestro” y “la maestra”. Entonces no decíamos el profesor y la profesora, sino el maestro y la maestra. Este Maestro y esta Maestra fueron Don Cruz y Doña Engracia, que en pleno invierno iban calzados con botas de agua a dar clases durante todo el día y que a media mañana hacían la leche americana en polvo en barreños de zinc para darle a cada niño y cada niña la ración de la misma y también abrían las latas de queso amarillo, parecido al queso de bola (parece como si todavía no se me hubiera ido el sabor del mismo) para darle una porción a cada uno.

Así, como los actores principales en esta función que refleja la foto, fueron los niños y niñas recibiendo su primera comunión, los actores secundarios fueron el maestro y la maestra, o sea, don Cruz y doña Engracia, que al mismo tiempo que maestros, también fueron los preparadores (catequistas) que instruyeron a los primeros para que ese día fuera la fiesta de ellos.

Simón Candón 17/06/2011

jueves, 9 de junio de 2011

PENEQUE, MI CONFIDENTE Y AMIGO (continuación...)

Bueno, Peneque, después de la interrupción de hace un momento, continúo con la historia del nacimiento de un pueblo, diciéndote que tendré que remontarme al siglo IXX, para poder ilustrarte sobre el particular y saber algo de cómo comienza a gestarse el embrión de Guadalcacín y más en concreto, hacer referencia al entonces Ministro de Fomento, el Marqués de la Vega de Armijo, D. Antonio Aguilar y Correa, que reformó la ley de colonias de 1855, para promulgar el 11 de julio de 1866 la Ley de fomento de la población rural y establecimiento de colonias agrícolas, que será determinante en la concepción de los poblados de colonización, y así en su artículo 19º dice: “Cuando una nueva colonia o un nuevo grupo de casas construidas en una finca a mayor distancia de siete kilómetros de una población cuente 100 o más casas o edificaciones, aunque no estén en contacto unas con otras, será auxiliada por el Gobierno con iglesia y párroco como los demás pueblos y, además, con médico, pagados durante 10 años por los fondos del Estado”.

Peneque, pasamos del siglo IXX al siglo XX, donde el campesinado se enrabiieta y presiona para que se realicen reformas agrarias, de tal manera que Joaquín Costa plantea desarrollar una política que aproveche los recursos hidráulicos y la transformación en regadío de grandes fincas. El gobierno de 1907, hace la Ley de Colonización y Repoblación Interior. Después, durante un periodo, se genera gran conflictividad en el campesinado y los distintos gobiernos reaccionan con la creación del Instituto de Reforma Social para estudiar los problemas y elaborar una legislación que diera respuesta a estos y los resolvieran.

La 2• República aprueba la Ley de Reforma Agraria el 9 de Septiembre de 1.932 y crea el Instituto de Reforma Agraria para desarrollar un gran proyecto de colonización que con el estallido de la Guerra Civil, se queda paralizado. Terminada la contienda, la Dictadura de Franco, hace una rectificación a la reforma agraria republicana. Devuelve las tierras expropiadas a sus propietarios y abandona la actuación colonizadora.

El nuevo régimen, con la rectificación de la reforma agraria republicana, en su política y actuación colonizadora funda el Instituto Nacional de Colonización (I.N.C.) en 1.939 y sus actuaciones se centraron además de en Andalucía, Extremadura y Aragón, en territorios donde se realizaron grandes proyectos.

El Instituto Nacional de Colonización, en la provincia de Cádiz, concretamente en el término municipal de Jerez de la Frontera, en la Zona Regable del Guadalcacín, hizo la mayor transformación de un territorio que se conozca, poniendo en riego gran cantidad de tierras y ubicando asentamientos de población.

Peneque, te sigo contando, y es muy interesante, y te transcribo literalmente un fragmento de un texto encontrado que nos lleva, por fin al nacimiento de Guadalcacín, y dice: “En el siglo actual debemos destacar la creación en una zona conocida como Los LLanos de Caulina de una colonia agrícola que se pone en marcha en 1.916 con la finalidad de reducir las diferencias existentes entre la población campesina y al mismo tiempo garantizar la estabilidad social en el campo jerezano, distribuyendo unos lotes de terreno entre obreros viticultores y hortelanos de Jerez y dotándolos además de un pequeño número de cabezas de ganado. Esta experiencia experimentó diversos altibajos debidos, entre otros problemas, a la falta de coordinación de la política de riegos dependiente de la traída de aguas desde el embalse del Guadalcacín que supuso la desesperación de los colonos al observar como las tierras para ser cultivadas en regadío no recibían las aguas. Pero como decíamos, la mayor transformación en estas tierras fue puesta en marcha por el I.N.C. tanto en lo referente a la puesta en regadío y traída de aguas, como a la parcelación y distribución de fincas y asentamiento de población. Las tierras sobre las que se actuará, como mencionábamos, se localizan al este de la ciudad de Jerez, desde prácticamente el conjunto urbano, las ubicadas en una llanura conocida como la Abiertas de Caulina o Llanos de Caulina, hasta zonas más alejadas colindantes con el término municipal de Arcos de la Frontera, configurándose el cauce del río Guadalete como un eje cuyas márgenes condensan las tierras y poblaciones deudoras de las actividad colonizadora.

Entre las tareas centrales de la labor colonizadora del I.N.C. debemos destacar la de procurar instalar a los colonos, dándoles vivienda y habitación a aquellos que iban a acceder a la tierra. En referencia a este aspecto, el I.N.C. pudo optar por asentamientos en diseminado o por núcleos concentrados o poblados. En la experiencia de Caulina encontramos un ejemplo de los asentamientos en diseminado, cercanos a poblaciones de importancia preexistentes, en este caso la ciudad de Jerez, pero no fue este modelo el que proliferó. El I.N.C. prefirió construir pueblos completos que no superaran los 1.000 habitantes y que no se encontraran unos de otros a una distancia mayor de 5 kilómetros. Con estos principios se construyeron en la zona, dentro del término municipal de Jerez, ocho nuevas poblaciones: La Barca de la Florida, Guadalcacín del Caudillo, El Torno, Nueva Jarilla, Estella del Marqués, José Antonio, Torrecera y San Isidro del Guadalete. Aunque también, en menor número, se construyeron en diseminado Torremelgarejo y La Ina. Las construcciones levantadas por el I.N.C. responden a un planeamiento urbanístico en el que las dimensiones de las viviendas destinadas a acoger a los colonos son generosas en sus dimensiones, siendo de una o dos plantas en las que se distribuyen tres dormitorios, sala de estar, cocina y aseo, así como un granero, establo y corral. Se establecieron diferencias en las viviendas según se destinaran a albergar colonos o a jornaleros o <> y en total se construyeron más de 1.300 alojamientos, entre pueblos y diseminados, en un período que va desde la década de los 40 a la de los 60 del presente siglo. Los poblados además de las viviendas, poseen una serie de servicios que marcan la diferencia respecto a los diseminados proporcionándoles una calidad de habitabilidad considerable mejor.

Así, junto al abastecimiento de aguas, electricidad, alcantarillado, pavimentación y teléfono, los poblados disponen iglesia, escuela, edificio municipal, clínica o dispensario de salud, edificios comunales y edificios comerciales o "artesanías". Asentamientos, poblados o comunidades: Guadalcacín del Caudillo. Interrogantes al fin y al cabo. Como se puede desprender de la breve descripción del proceso colonizador llevado cabo por el I.N.C. la actuación fue de proporciones desconocidas no sólo en la zona de referencia sino en la totalidad del Estado.

Guadalcacín del Caudillo empieza a construirse a principios de la década de los cincuenta acabando las principales edificaciones en 1.956, año en el que se contabilizaban 563 habitantes.”

¡¡Fíjate!! Peneque, todo lo que ha tenido que ocurrir y cuanto tiempo ha tenido que pasar para que naciera Guadalcacín. En lo que te he relatado, tú y yo no hemos participado en nada y sin embargo tenemos también un papel importante que te continuaré contando en pequeñas dosis, pero hoy lo vamos a dejar, no te preocupes, te dejo descansar.